¿Es el Islam intrínsecamente homófobo? Historia, distorsiones y caminos hacia la inclusión

Hablar de la relación entre el Islam y la diversidad sexual requiere superar muchos prejuicios y anacronismos. Ni el Corán contiene una condena explícita sistemática de la homosexualidad, ni el mundo islámico fue siempre un entorno de represión total. La homofobia, tal y como la entendemos hoy en ciertos países de mayoría musulmana, no es un mandato divino, sino una construcción moderna nacida de factores jurídicos, coloniales y políticos. Para entender cómo llegamos hasta aquí, hay que mirar atrás con perspectiva histórica.
Ambigüedad y erotismo en la Edad de Oro del islam
Entre los siglos VIII y XIII, muchas sociedades islámicas experimentaron un notable florecimiento cultural. La poesía, la música y el pensamiento sufí abordaron el deseo con matices que hoy nos parecerían sorprendentes. Poetas como Abu Nuwas exaltaban el amor entre hombres con descaro, y místicos como Rumi o Ibn Arabi describían la experiencia amorosa —a veces homoerótica— como un puente hacia lo divino.
Mientras tanto, las escuelas jurídicas del fiqh desarrollaban sus interpretaciones sobre lo que se consideraba "liwāṭ" (sexo anal entre hombres). Pero no había consenso: algunas lo equiparaban al adulterio, otras proponían castigos menores, y la aplicación era esporádica. Las relaciones entre mujeres apenas eran mencionadas. En la práctica, la moral sexual variaba según la región, el gobernante y la discreción de las personas.
La represión existía, pero no era sistemática. Lo importante no era tanto el deseo como su visibilidad pública. En muchas cortes, escuelas y ciudades, la ambigüedad era parte de la convivencia cultural.
Wahabismo y colonialismo: de la ambigüedad al castigo
Todo cambió a partir del siglo XVIII. Con el ascenso del wahabismo —un movimiento ultraconservador nacido en Arabia— se impuso una interpretación literalista, disciplinaria y binaria del islam. En esta visión, toda sexualidad fuera del matrimonio heterosexual y reproductivo era un peligro para el orden divino. Esta corriente, que hoy rige la ley en países como Arabia Saudí, asoció la homosexualidad con la degeneración moral, sin espacio para matices.
A este cambio se sumó el impacto del colonialismo europeo. Imperios como el británico impusieron códigos penales que criminalizaban explícitamente la homosexualidad, incluso en lugares donde antes no existían leyes al respecto. El Artículo 377 del código penal británico, por ejemplo, se implantó en India, Malasia, Nigeria o Sudán, y aún sobrevive en parte de esos sistemas jurídicos.
La combinación del puritanismo wahabí y la homofobia colonial construyó una represión moderna y sistemática, con penas que van desde la cárcel hasta la muerte. Y, con la independencia de muchos países musulmanes en el siglo XX, llegó otra capa de represión: la de los regímenes autoritarios que adoptaron la represión sexual como bandera de resistencia cultural ante Occidente.
Homofobia como símbolo nacional
En muchos discursos políticos del siglo XX y XXI, la diversidad sexual pasó a ser presentada como un "vicio occidental" incompatible con los "valores islámicos". La homosexualidad, antes tolerada o ignorada, se convirtió en un enemigo interno. La represión dejó de ser solo religiosa o jurídica: se volvió identitaria y nacionalista.
Esta homofobia no es una expresión directa del islam, sino una respuesta a la modernidad occidental, al colonialismo y al neoliberalismo. En otras palabras, un producto político e histórico, no una herencia directa del Corán ni de Mahoma.
¿Un islam inclusivo es posible?
Frente a esta historia de represión, también existen voces musulmanas que reclaman otra lectura del islam. Organizaciones como Muslims for Progressive Values, figuras como Imam Daayiee Abdullah (abiertamente gay) o autoras como Khaled El-Rouayheb, Scott Siraj al-Haqq Kugle o Ludovic-Mohamed Zahed han demostrado que existen tradiciones espirituales inclusivas, sufismo abierto y hermenéuticas alternativas dentro del islam.
Muchos de estos enfoques proponen leer el Corán desde una óptica contextual, crítica y compasiva. Señalan que los textos fundacionales no hablan de identidad sexual, sino de actos violentos, coercitivos o inhospitalarios (como en el caso de Sodoma). Para estos pensadores, la verdadera esencia del islam está en la justicia, la misericordia y la no opresión.
En resumen
La criminalización de las personas LGTBIQ+ en países de mayoría musulmana no es una herencia directa del islam clásico, sino el resultado de un proceso histórico complejo: fiqh medieval, puritanismo wahabí, códigos coloniales y autoritarismo moderno. Sin embargo, también dentro del islam existen semillas de tolerancia, poesía, deseo y espiritualidad inclusiva.
Reconocer esta pluralidad histórica no solo ayuda a descolonizar la fe, sino también a construir puentes entre religiosidad y diversidad. La historia no está escrita en piedra. Y el islam, como cualquier tradición viva, puede abrirse a la inclusión sin renunciar a su esencia espiritual.